Español para escritores

APRENDE A ELEGIR LAS PALABRAS ADECUADAS CUANDO ESCRIBES

¿Alguna vez has sentido que quieres escribir algo pero que no encuentras las palabras exactas para hacerlo y por esta razón terminas escribiendo párrafos y párrafos que no hacen otra cosa que llevarte por las ramas?

Esto, amigo mío, es un problema de léxico —que no es otra cosa que vocabulario— y tiene solución.

Cuando escribimos, elegir las palabras adecuadas es muy importante ya que es la forma que tenemos de transmitirles a nuestros lectores esa idea que tenemos en la cabeza. Como escritores, nuestra herramienta de trabajo son todos los elementos de nuestra lengua, y claro está, el vocabulario no se queda atrás.

Un léxico rico embellecerá tu obra y le dará mayor calidad.

¿Qué debes tener en cuenta cuando eliges las palabras de tu obra?

1- Antes de empezar:

Necesitas mejorar tu vocabulario.

Cuando tienes problemas de vocabulario no tienes más remedio que ponerte a la tarea de enriquecerlo y para eso tienes algunas opciones:

a) Lee

Es verdad, si quieres aumentar tu vocabulario la mejor fuente que tienes es la lectura. Por esta razón dicen que un escritor no es más que un lector activo. Echa mano a todo lo que se te pase por enfrente: desde catálogos hasta los clásicos.

Cuando lees, además de descubrir nuevas palabras, aprendes cómo puedes usarlas y en qué contextos. Sin mencionar que también es buenísimo para mejorar tu ortografía, tu redacción e incluso la forma en la que desarrollas tus historias. Realmente no tiene pierde.

b) Escucha a otras personas hablar

Ya sé que a veces no cuentas con todo el tiempo que desearías para leer, por esta razón, otra forma complementaria para obtener vocabulario es escuchar a otras personas hablar. Lo más común es que te recomienden escuchar a personas más cultas que tú, esas que encuentras en charlas, en la radio o en podcasts, pero no deberías limitarte solo a ellos. Escuchar como las diferentes personas de una sociedad se comunican entre ellas te ayudará también a caracterizar mejor tus personajes y a perfeccionar tus diálogos.

No es lo mismo un orador que se dirige a su público que un empleado que habla con su jefe, o un grupo de amigos de clase alta conversando entre ellos que un grupo de amigos de clase baja.

Solo pon atención y en la medida en la que puedas, anota las cosas o palabras que vas descubriendo.

c) Investiga sobre los temas que estás escribiendo

Este punto está relacionado un poco con el punto anterior, especialmente por el tema de las jergas.

Es verdad que aunque seas escritor no puedes ser un experto en todo, pero si estás escribiendo una novela de médicos, al menos debes estar familiarizado con la terminología que tus personajes usarían para comunicarse entre ellos y con sus pacientes. Lo mismo sucede si son militares, empresarios, músicos o cualquier otra cosa que se te ocurra.

d) Estudia las raíces de las palabras

Si bien la mayoría de las personas que hablan una lengua no tienen idea de la historia que hay detrás de cada una de las palabras que usa —por qué se dice de una forma y no de otra—, tu eres un escritor y como tal deberías empezar a interesarte por este tipo de cosas.

El conocer un poco de etimología te ayudará a mejorar tu forma de escribir, a ser más selectivo con las palabras que usas en tus textos, y quién sabe, hasta tener uno que otro tema de conversación con el que podrías descrestar a tus amigos.

2- Mientras escribes o editas:

a) Repetición de palabras

La mejor forma de identificar que tienes problemas de léxico es cuando te das cuenta que en tus textos repites mucho las mismas palabras —pudiendo usar otras que se adecúan mejor a lo que quieres decir—.

Muchas veces puedes solucionar estos problemas con:

-Determinantes:

Cuando hablamos de determinantes nos referimos a esa palabra que usamos cuando hablamos de un objeto:

La casa, mi perro, esos discos, unas llaves

Los determinantes pueden ser:

*Artículos: aquellos que acompañan al nombre para indicarnos si se trata de un ser conocido o desconocido. Si usas: el; la; los; las, estás hablando de artículos determinados y si usas: un; una; unos; unas, estás hablando de artículos indeterminados.

*Demostrativos: son los determinantes que acompañan al nombre para indicar su proximidad o lejanía con relación a la persona que habla.

-Cerca: este, esta, estos, estas.

-Distancia media: ese, esa, esos, esas.

-Lejos: aquel, aquella, aquellos, aquellas.

*Posesivos: acompañan al nombre indicando posesión o pertenencia. Pueden referirse a un solo poseedor, es decir, una persona (mi) o a varios poseedores (sus).

*Numerales: acompañan al nombre e indican número u orden. Pueden ser cardinales (dos, ocho…) u ordinales (segundo, octavo).

*Indefinidos: indican que se desconoce la cantidad exacta de lo nombrado. Como por ejemplo: alguno, pocos, muchos.

*Interrogativos y exclamativos: son aquellos que acompañan al nombre en oraciones interrogativas o exclamativas.

Qué, Cuántos, Cuál, Cuáles.

Para evitar la repetición en tu escritura podrías usarlos como alguno de estos ejemplos:

Ejemplo 1: María preguntó al párroco por la fórmula para matar vampiros. Este le explicó que no creía en esos mitos.

Ejemplo 2: Mi hermano y yo pedimos hamburguesas. La suya era de pollo y la mía de res.

-Elipsis:

La elipsis consiste en omitir en la oración una o más palabras que son necesarias para la construcción gramatical correcta, pero no para que resulte claro el mensaje.

Hay dos tipos principales de elipsis:

*La elipsis verbal: en la que lo que se omite es un verbo.

En vez de decir:

Yo toco el piano y él toca la guitarra.

Se dice:

Yo toco el piano y él la guitarra.

*La elipsis nominal: en la que lo que se omite es un nombre o un pronombre.

En vez de decir:

Tengo muchos libros en mi casa, si quieres te presto un libro.

Se dice:

Tengo muchos libros en mi casa, si quieres te presto uno.

Recuerda: para que la elipsis sea coherente es necesario que el texto que resulte de esa omisión también lo sea. Si lo que te queda después de usarla no tiene sentido es porque ahí no debería ir.

-Pronombres:

Los Pronombres son palabras que sustituyen al nombre para evitar su repetición. Es decir, señalan o representan a personas, cosas o hechos que son conocidos por el que habla y el que escucha.

Básicamente al decir «pronombre» estamos diciendo «en lugar del nombre». Aquí un ejemplo de cómo los puedes usar:

Juan presentó un examen de matemáticas hace media hora. Él no entendió nada de lo que le preguntaron.

Los pronombres cambian de acuerdo a su empleo, por lo que se dividen en clases:

*Pronombres personales: son aquellos que suelen referirse a personas sin nombrarlas por su nombre.

Yo, tu, el, ella, nosotros, ustedes y ellos.

*Pronombres posesivos: indican la pertenencia de un animal o cosa. Pueden ser singulares o plurales agregando una “s” al final.

Mío, tuyo, suyo, nuestro.

*Pronombres demostrativos: indican dónde se encuentra algo o alguien en relación a quien habla. Se pueden utilizar en singular o plural agregando una “s” al final.

Esté, está, ése, ésa, aquél, aquélla.

*Pronombres indefinidos: hacen una mención que deja sin identificar a los entes a los que se refiere, o bien los identifica de manera vaga.

Nadie, alguien, nada, algo, todos.

*Pronombres relativos: son aquellos que unen dos cláusulas, la segunda calificando al sujeto de la primera.

Que, el que, los que, la que, lo que, quien, quienes, el cual, los cuales, la cual, lo cual, cuyo, cuyas.

*Pronombres interrogativos: sirven para preguntar sobre algo de lo que se está hablando.

¿Quién…? ¿Quiénes…? ¿Qué…? ¿Cuál…? ¿Cuáles…? ¿Cuánto…? ¿Cuántos…? ¿Cuántas…?

*Pronombres exclamativos: son aquellos cuya función es expresar emociones, sentimientos o reacciones.

¡Qué!, ¡Quién!, ¡Quiénes!, ¡Cuánto!, ¡Cuantas!

b) Busca sinónimos

Un sinónimo es una palabra que tiene un significado total o parcialmente idéntico a otra. En español los usamos en los textos para no repetir palabras, de manera que se enriquece el discurso, por lo que no está mal que te consigas un diccionario de sinónimos o que los busques en internet.

Eso sí, antes de ponerte a buscar sinónimos a lo loco, deberías valorar si necesitas utilizar esa palabra tantas veces. De igual manera, debes tener cuidado a la hora de emplear sinónimos en obras que contengan tecnicismos ya que puede ser muy complicado de sustituir por la inexistencia o por el cambio de significado.

c) Pon atención a las palabras comodín

Las palabras comodín son aquellas que podemos esconder debajo de la manga y usar en cualquier momento pues sirven para todo y, aunque no lo parezca, tienen múltiples significados.

Como son tan comunes ya estamos tan acostumbrados a ellas que pasan desapercibidas y se transforman en una suerte de muletilla. Para evitar usarlas, lo mejor que puedes hacer es acudir a un sinónimo que se adapte al contexto de la idea que quieres transmitir.

Al ser tan escurridizas, a veces son difíciles de detectar, pero no hay nada que una lectura en voz alta y un buen diccionario no arreglen. Eso sí, ten cuidado en el momento de elegir los sinónimos, no vaya a ser que las frases te queden pomposas.

Estas son algunas palabras comodín:

*Sustantivos: asunto, problema, cosa, tema…

Estábamos revisando el tema del carro.

Cuando podrías decir:

Estábamos revisando el golpe del carro.

*Adjetivos: bueno, grande, pequeño, positivo, impresionante…

La habitación era grande.

Cuando podrías decir:

La habitación era amplia.

*Verbos: poner, hacer, tener, realizar…

Me han puesto el teléfono

Me han instalado la línea telefónica.

d) Piensa en tu lector

¿De qué te sirve tener un montón de palabras en latín, expresiones refinadas y frases rimbombantes si tus lectores son niños pequeños que apenas están aprendiendo a hablar?

Una de las reglas de la comunicación es pensar en tu interlocutor. Así que, antes de ponerte a escribir expresiones recargadas —que no hagan parte de la caracterización de alguno de tus personajes— medita por un momento si con eso no estás alejándote de tu lector objetivo. Piensa que hay quienes ven en la lectura un modo de entretenimiento, por lo cual esperan poder pasar sus ojos sobre el texto de manera fluida, sin tener que acudir cada dos por tres a un diccionario para poder entender lo que dices.


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